Un viejo conocido
En 1997, hace ya veinte años, el por entonces campeón mundial de ajedrez, Garry Kasparov, se sentó a jugar contra una máquina, Deep Blue (Azul profundo). Se trataba de un enfrentamiento muy simbólico. Durante décadas, la ciencia ficción se había encargado de imaginar futuros distópicos en los que los seres humanos eran dominados por las máquinas, que habían alcanzado una inteligencia superior.
El hecho de que las habilidades del campeón mundial de ajedrez (juego a menudo llamado el ‘deporte ciencia’) fueran puestas a prueba significaba que había llegado el momento de saber si un software podría superar al cerebro del ser humano. Y en la primera de las partidas, Deep Blue venció y se convirtió en comidilla en los medios, como si el día hubiera llegado. Sin embargo, aquello para Kasparov no era gran cosa.
Antes del encuentro, había declarado que lo primero que iba a hacer sería comprobar la capacidad táctica de la máquina. Alimentada con la información de miles de partidas, aperturas y celadas, aquella máquina gigante y cúbica era superior de la única forma que podía: cuando el jugador que estuviera enfrente jugara según lo que dicen los libros. Pero Kasparov ganó en todas las demás partidas. Desde el segundo encuentro, había llegado el momento de probar sus destrezas estratégicas. El ruso, conocido por sus finos sacrificios, jugó con creatividad, usó jugadas que no estaban estudiadas, y se impuso.
Hoy existen un montón de programas de análisis de ajedrez, muchos de ellos, como Stockfish (que es el motor de sitios web como chess.com y chess24.com), se pueden usar fácilmente. Y la era digital ha impactado de forma visible en el juego. No por nada, el actual campeón, Magnus Carlsen, es comparado con una máquina, por ese juego frío y calculador que lo ha llevado a imponerse ya en tres enfrentamientos por el título desde 2013.
Pero ahora que ha vuelto a competir en un torneo oficial, Kasparov ha sentido los estragos de ser un hombre de 54 años jugando contra oponentes que están en sus veinte y que prácticamente crecieron jugando como computadoras.
El retorno del rey
Garry Kasparov y su mirada desafiante. | FOTO: twitter.com/davidllada
Garry Kasparov es considerado por muchos como el mejor jugador de la historia del ajedrez, una idea que pocos se atreven a rebatir, aunque Carlsen, por ejemplo, superó su récord de puntos Elo, el sistema de medición de la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez). El ruso, que protagonizó una rivalidad memorable con Anatoli Karpov, salió brevemente de su retiro para competir en el Saint Louis Rapid & Blitz, un torneo que mezcla partidas de 25 minutos (rápidas) con partidas de 5 (blitz), y que se desarrolló del 14 al 18 de agosto en el Chess Club de San Luis (Missouri), uno de los más grandes centros de estudio y entrenamiento de este juego en Estados Unidos.
Al principio, Kasparov se mostró sólido. En las primeras tres rondas de partidas rápidas, aunque no ganó nada, tampoco perdió. «Mi primer objetivo era sobrevivir al primer día», dijo luego de acabar la jornada. Los siguientes días, se complicó. El martes 15 perdió su invicto en un encuentro ante el Gran Maestro ruso de 27 años Ian Nepomniachtchi, y desde entonces parecía irse a pique. Recién el miércoles tuvo su primera victoria, pero perdió las otras dos partidas, y el jueves, que se jugaron nueve rondas de blitz, fue vencido en tres ocasiones. El panorama ya era desastroso, y desde entonces el ‘ogro de Bakú’ entró en una carrera para no quedar último.
Y la jornada del viernes la empezó con otra derrota, ante su paisano Sergey Karjakin. Pero ya no habría más. Venció en una partida —que estaba perdida— a Fabiano Caruana (diagrama), luego repitió victoria ante Hikaru Nakamura (quien partió como favorito) y al cubano Leinier Domínguez. El resto fueron tablas. Si el rendimiento del último día hubiese sido igual en todos, habría acabado en el segundo lugar. Al final, ocupó el octavo.
El ‘ogro de Bakú’
«No nos vemos mucho, así que nos llevamos bien», dijo una vez Magnus Carlsen cuando le preguntaron acerca de su relación con Kasparov, una impresión que comparte Anatoli Karpov. Y es comprensible si se tiene en cuenta la expresión que pone Garry cuando juega, por la cual lo llaman el ‘ogro de Bakú’ (su ciudad de origen). Kasparov entrenó a Carlsen durante unos diez meses en 2008. La historia con Karpov es distinta. Hace ya tres décadas, ambos protagonizaron uno de los duelos más largos y tensos de la historia por el título mundial. Tres victorias tenía Kasparov y cinco Karpov, que necesitaba una más para retener el campeonato, pero el encuentro fue tan largo (hubo cuarenta tablas) que la FIDE decidió suspenderlo.
Década de los ochenta: Kasparov observa una partida de Anatoli Karpov.
En 1985 jugaron de nuevo, y entonces empezó una supremacía que duró 15 años. El ‘ogro de Bakú’ es conocido por su temperamento, que le ha llevado a pelear por muchas causas perdidas. Con Florencio Campomanes, el presidente de la FIDE que suspendió el campeonato en 1984, la enemistad fue tal que en 1993 creó una asociación de ajedrez paralela, que duró hasta 2005, cuando se retiró. Fuerte opositor de Putin, en 2008 se postuló a la presidencia de Rusia, pero fue descalificado, y en 2014 se postuló a otra presidencia, la de la FIDE, que perdió contra el multimillonario Kirsan Ilyumzhinov, un aliado de Putin. Es un tipo que no se da por vencido, como demostró en el St. Louis Rapid & Blitz.
Levon Aronian, el elegante
Aronian se impuso en el Norway Chess, el torneo más fuerte del año, y ahora acaba de hacer lo mismo en el más atractivo, el St. Louis Rapid & Blitz, que vio volver brevemente a la leyenda viva Garry Kasparov. Al final del torneo, el armenio logró 24,5 puntos de los 36 en disputa, y se coronó campeón en el ronda 27, dos antes de acabar.
Nacido en 1982 en Ereván (Armenia), Aronian es con sus 35 años uno de los jugadores más longevos en el top 10 del ranking FIDE. Y eso es algo que se nota en su juego: en una competencia dominada por jóvenes veinteañeros que aprendieron a mover las piezas con la tutela de las máquinas, Aronian es de los pocos que siempre está jugando al filo, en busca de dar espectáculo. Y lo demostró desde su primera partida del torneo que acaba de finalizar, cuando dejó que su oponente, el checo David Navara, le capturara una torre y un alfil a cambio de una posición que terminaría, irrevocablemente, en mate.
Aunque nunca ha podido presentarse como retador al título mundial, su mayor logro es uno del que ninguno de sus actuales oponentes se pueden jactar: ha liderado a la selección nacional de Armenia en la obtención de la medalla de oro en tres de las últimas seis Olimpiadas de Ajedrez (en 2006, 2008 y 2012). Y eso es significativo en Armenia, un país de tres millones de habitantes donde está el mayor número de grandes maestros de ajedrez per cápita. Cuando en 1988 estalló la guerra entre Armenia y Azerbaiyán, muchos armenios dejaron sus hogares. Entre ellos estaba Melikset Khachiyan, ajedrecista que había entrenado con Tigran Petrosian (campeón mundial entre 1963 y 1969), y que necesitaba un lugar para quedarse. En la capital, Ereván, Grigory y Seda Aronian le ofrecieron un cuarto en su modesta casa sin cobrarle nada.
En lugar del alquiler, querían que entrenase a su hijo. Poco después, el pequeño Levon dejaba la escuela para dedicarse a tiempo completo al ajedrez. En la década de los noventa, a menudo tenía que entrenar sin luz. Entre apagones, aprendió el concepto del sacrificio, y le encantaba la idea de que podía hacerlo siempre y cuando lograra un objetivo: matar al rey. Y eso de matar al rey es un gusto que se dio en el St. Louis Rapid & Blitz, donde logró algo que no había podido antes: vencer en un torneo oficial a Kasparov, quien se retiró en 2005 (y en el primer lugar), cuando Levon estaba recién consolidándose en la élite, lo hizo el jueves 17 de agosto, en la ronda 16, ya en la etapa de los blitz. Actualmente está en el número 5 del ranking FIDE, y su Elo es de 2809, por encima de la difícil barrera de los 2800. Aronian lleva una década ininterrumpida disputando el Torneo de Candidatos, en el que se decide el retador al campeón del mundo, y en 2006 fue campeón mundial de ajedrez 960, modalidad en la que las piezas empiezan en posiciones distintas a la tradicional.
Hikaru Nakamura, el eterno candidato
Durante poco menos de un año, Nakamura fue entrenado personalmente por Kasparov. Pero cuando dejaron de trabajar juntos, en 2011, el estadounidense se mostró poco impresionado por la destreza del ruso, que ha sido considerado el mejor de todos los tiempos. Entre otras cosas, Hikaru dijo que la verdadera fortaleza de Kasparov estaba en las aperturas, y que había varios ajedrecistas que lo superaban en el medio juego y los finales: «Muchas de sus victorias se debieron a que obtenía posiciones de ventaja en el inicio». Ese año ganó el prestigiosa Tata Steel, superando al entonces campeón mundial, Viswanathan Anand, al actual, Magnus Carlsen, y a Vladimir Kramnik (quien en el año 2000 acabó con el reinado de Kasparov). En 2016 se encontraron en el Ultimate Blitz Challenge, donde se enfrentaron en seis partidas de cinco minutos y Kasparov venció dos veces, contra un único triunfo de Nakamura y tres empates. Eso sí, el campeón fue Hikaru y Garry acabó en tercer lugar, debajo del filipino Wesley So.
Nacido en Japón en 1987, su familia se mudó a Estados Unidos cuando apenas tenía dos años, y ha ganado en cuatro ocasiones el campeonato nacional de ese país. Nakamura es especialmente conocido por ser un gran jugador de partidas rápidas. De hecho, escribió el libro Bullet Chess: One Minute to Mate en el que habla de la modalidad bullet (ajedrez bala), en el que los jugadores tienen apenas un minuto. Por eso siempre parte como favorito en torneos como el St. Louis Rapid & Blitz. Partidas como la que jugó con el ruso Ian Nepomniachtchi (diagrama) lo demuestran: aunque Nakamura tenía la partida perdida, se impuso en pocos movimientos cuando el tiempo empezaba a escasear. Aunque es temido por su velocidad, es también un jugador consistente en las partidas clásicas, que duran, en promedio, entre cinco y seis horas. A pesar de que son pocas las veces que logra quedar campeón, suele estar siempre disputando los primeros lugares de la tabla, como ocurrió en el Torneo de Candidatos 2016, en el Norway Chess 2017 y en el St. Louis Rapid & Blitz (muchos lo veían como el único capaz de alcanzar a Aronian). Es difícil verlo jugar sin tener al lado su lata de Red Bull, la marca que lo auspicia.
Fabiano Caruana, renace el medio oeste
Caruana impresionó a todos en 2014 cuando venció en las siete primeras rondas de la Sinquefield Cup a la élite ajedrecística, incluyendo al campeón mundial, Magnus Carlsen. Nacido en 1992 en Miami y criado en Madrid, Caruana jugó como italiano hasta 2015, cuando se mudó a San Luis, Missouri, pequeña ciudad donde estaba, a su parecer, el futuro del ajedrez, y donde esta semana se realizó el Rapid & Blitz en el que participó Kasparov. En marzo de 2016 quedó a un punto de convertirse en el retador de Carlsen para el título mundial, con solo 22 años. Unos meses después fue campeón del país por el que juega actualmente, Estados Unidos.